El Frontal del Altar de Santa María de Lebeña


 

La primera vez que visité Lebeña me llamó poderosamente la atención el frontal de su altar. Ya había oído historias sobre él, la mayoría erróneas sobre su posible origen celta, a pesar de la posible inspiración, en relación con la iconografía de ciertas estelas, en fin, pero si que es cierto, más allá de todas esas interpretaciones, que me pareció una maravilla, al igual que la arquitectura y el entorno de la Iglesia.



La iglesia, del siglo X, nació en la corriente monástica que propició desde el siglo VIII el nacimiento de multitud de monasterios . En palabras de Mateo Escagedo Salmón (Crónica de la Provincia de Santander, Tomo I, Santander 1919. Instituto Enrique Flórez, Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Vol. III. Madrid 1973. Cfr. Monasterios.): "Surgen por todas partes multitud de monasterios, entre los que se citan algunos ya en el siglo IX, como San Martín de Liébana, Santa María del Puerto, Santillana, Santa María del Yermo, San Pedro de Cervatos, San Andrés de Aja; y otros en el siglo X, como Santa María de Lebeña, Santa María la Real de Piasca, San Fructuoso de la Miña, Santa María de Villacantid, San Fructuoso de Miengo, San Emeterio de Santander, San Román de Moroso, San Martín de Elines, etc. "

El frontal es un bloque de arenisca (173 x 162,5 x 103 cms) de un grosor de 20 cms. Alberga siete círculos grabados distribuidos simétricamente, uno de mayor tamaño en el centro y tres a cada uno de los lados.


Originalmente, aunque no existe constancia documental de su ubicación original, debió servir de cancel de iconostasio, al estilo de los que encontramos en algunas iglesias prerrománicas asturianas. Se trata de un elemento común en las Iglesias mozárabes que servía para separar las naves del presbiterio. Dicha función separadora venía determinada por el propio rito mozárabe que dedicaba un espacio propio a fieles, penitentes y catecúmenos y otro a monjes y clérigos. 

De este modo, y a pesar de la ausencia de fuentes constatables en cuanto a su cronología, la mayoría de autores están de acuerdo en que se trataría de un elemento coetáneo a la construcción de la Iglesia a principios del siglo X. Su retirada, según argumenta Enrique Campuzano Ruiz ( El frontal de Santa María de Lebeña, Revista Clavis, Nº 1, 1996, pp. 99-102) se debió producir: " ... en la época Barroca - etapa más racionalista y por tanto alejada del carácter más abstracto y esotérico de la Edad Media - cuando al instalarse el nuevo altar y retablo barroco, se utilizó esta gran roca como grada de antealtar con los grabados hacia el suelo- quizás por no entender ya su significado o quizás pensando que dichos motivos eran paganos- para lo cual se retalló la pieza para sacarle alguna moldura abocelada, como se advierte en los tramos laterales." Fue muy posteriormente, durante su restauración en los años 70 cuando la losa fue colocada en su actual ubicación.

En cuanto a la iconografía del frontal, lo más interesante en mi opinión, y que a menudo ha suscitado teorías erróneas sobre su origen, tiene que ver con la revitalización del uso de símbolos geométricos y abstractos propia de la cultura germánica occidental por parte del arte mozárabe. El propio rito, de tradición oriental, era según muchos autores un ensalzamiento de la iglesia nacional surgida de los concilios de Toledo en contraposición al rito romano.

El motivo central, de mayor tamaño, es una gran hélice inscrita en dos círculos concéntricos; en el centro de su eje hay un botón con una cruz inscrita. Es, precisamente ese botón, el que aleja su origen de tiempos precristianos, ya que nunca aparece con anterioridad, y sí que es muy común en relieves visigodos. La hélice es una asimilación de cultos paganos al sol al cristianismo, Cristo como el Sol que vence a las tinieblas. En cuanto a los círculos concéntricos pudiera tratarse de una representación de las esferas celestiales.

Los motivos superiores tienen flores incisas de cuatro pétalos, el de la parte izquierda, superpuesta a otra de ocho pétalos con cuatro rombos incisos, y a una cruz patada la de la parte derecha. La flor es símbolo de fertilidad, vida y regeneración, haciendo alusión los cuatro pétalos a los evangelios de Cristo, a su doctrina.

Los motivos situados en el eje central son de menor tamaño que los superiores e inferiores. Esta diferencia viene dada por su adecuación al tamaño del círculo central. El situado en la parte izquierda consta de dos círculos concéntricos, que, como antes comentábamos, podría aludir a las esferas celestiales. El de la parte derecha, más elaborado, representa una roseta de ocho pétalos.

Las dos esferas situadas en el eje inferior son, en mi opinión las más interesantes, por el significado de los motivos. La de la parte izquierda, muy esquemática, aparece un trazado geométrico con una línea central y dos ramas tanto en la parte superior como en la inferior. A ambos lados aparecen motivos en zig-zag entre dos lineas. Alrededor del circulo, incisos hacia la parte interior, aparecen pequeñas lineas. Podría representar el árbol de la vida, con dos ramas hacia el cielo, y las lineas inferiores representando las raíces. Se trata de un tema asimilado por el cristianismo de las culturas orientales, caso de la egipcia o la hebrea. La esfera situada en la zona derecha es la de trazo más complejo. Podría tratarse de dos árboles que se cruzan formando un motivo cruciforme, aunque no está muy claro. Otras interpretaciones aluden a los cuatro ríos del paraíso.

En definitiva se trata de un frontal cargado de simbología y de muy bella factura. En palabras, de nuevo, de Enrique Campuzano Ruiz: "Concretando en una lectura global el contenido del frntal, parece obvio destacar su su significado cristológico y escatológico, temáticas ambas muy utilizadaspor los pueblos germánicos cristianizados y en el arte prerrománico."

Es sin duda uno los muchos atractivos de Santa María de Lebeña. Animo a todo el mundo a descubrirla. Seguro que nadie se arrepiente.

Más Información:

  • Miguel Ángel García Guinea, Románico en Cantabria, Ediciones de Librería Estudio, 1996. 
  • Vicente Herbosa, El románico en Cantabria, Ediciones Lancia, 2002. 
  • Enrique Campuzano Ruiz. El frontal de Santa María de Lebeña, Revista Clavis, Nº 1, 1996, pp. 99-102
  • Mateo Escagedo Salmón. Crónica de la Provincia de Santander, Tomo I, Santander 1919. Instituto Enrique Flórez, Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Vol. III. Madrid 1973. Cfr. Monasterios.

Fotografías y Textos ©Óscar M. Ruiz

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