Hace unas semanas estuvimos visitando la zona transitable de los restos de la Calzada Romana del Valle del Besaya a su paso por Bárcena de Pie de Concha. A pesar de estar algo descuidada en algunos tramos, sigue siendo evocador caminar por la vía, e imaginar las historias que a lo largo de los siglos han sucedido en el camino.
El valle del río Besaya discurre de forma transversal a la costa atravesando la práctica totalidad del territorio cántabro. Su importancia como vía de comunicación con la meseta se conoce desde antiguo, y en los siglos románicos, se acumuló una densa red de Iglesias entre las que podemos destacar, en lo que al tramo de calzada romana al que nos referimos en este articulo, las de Rioseco, Santos Cosme y Damián de Bárcena de Pie de Concha, San Martín de Quevedo, Santos Facundo y Primitivo en Silió, Cotillo y San Juan de Raicedo, o Cervatos, Bolmir o Retortillo, un poco más al Sur, por poner algunos ejemplos. Todas estas Iglesias, se situaban , a pesar del carácter mayoritariamente rural de la vida medieval cántabra a orillas de los principales caminos o vías. Según Miguel Ángel García Guinea (Románico en Cantabria, Editorial Estudio, 1996): "Si bien sabemos que en los siglos románicos (XI y XII) la vida del hombre medieval se desenvuelve sobre todo en ambientes rurales y que los monasterios suelen levantarse en el campo, por lo que se refiere a nuestra región, tan movida orográficamente, es natural que las Iglesias románicas se alcen en las principales vías o caminos que, siguiendo el poblamiento en los valles, van desde antiguo enlazando núcleos habitados".
La calzada del Valle del Besaya pertenece a la Via Legione VII ad Portium Blendium. El itinerario de la misma aparece reflejado en la placa I del llamado Itinerario de Barro, una serie de cuatro tablillas de barro romanas fechadas a mediados del siglo III D.C., halladas en Astorga, y que contienen cinco rutas o caminos del noroeste de la península.
PLACA I DEL ITINERARIO DE BARRO
La Calzada conectaba los núcleos poblacionales de Pisorica y Portus Blendium (Herrera de Pisuerga y Suances), tratándose de la principal vía de comunicación entre la meseta y la costa cantábrica. En palabras de Miguel Ángel García Guinea (Románico en Cantabria, Editorial Estudio, 1996): "Éste antiguo camino, que aún mantiene restos de pavimento en Bárcena de Pie de Concha, parece natural penetración entre la meseta y la costa, y la espina dorsal de comunicación entre las dos zonas de Cantabria más romanizadas, el litoral y la franja meridional ( ... )". La existencia de la vía, se fundamenta además de en la mencionada Placa I, en la existencia de tramos bien documentados, caso del que visitamos entre Bárcena de Pie de Concha y Pesquera, así como en la aparición de varios restos romanos de mayor o menor importancia, en el camino, entre ellos un trozo de miliario. A pesar de ello, algunos autores como Isaac Moreno(Vías Romanas, Ingenieria y Técnica constructiva, Ministerio de Fomento, 2004), ponen en duda la romanidad de algunos tramos de calzada tradicionalmente consideradas romanas en Cantabria, en parte por la anchura, a veces inferior a los dos metros, el desnivel de algunas zonas, y la propia estructura del firme, que imposibilitaría el tránsito de los carros de la época.
Dejándo a un lado la controversia, tradicionalmente se establece el inicio de este tramo en el despoblado de Somaconcha, Pesquera, aunque algunos autores como José Manuel Iglesias Gily Juan Antonio Muñíz Castro (Aportaciones al Análisis Topográfico y Tipológico de la Vía Iulobriga-Portus Blendium, Simposio sobre la Red Viaria en la Hispania Romana, Institución Fernando el Católico, 1987), se inclinan por Rioseco como más probable lugar de paso: "La mayor parte de los investigadores que han tratado esta vía de comunicación convienen en hacer discurrir el camino por Pesquera. Para nosotros esta hipótesis es errónea, siendo más factible que pasase por Rioseco, sin perder altura desde Santiurde en la ascensión a Somaconcha. El mismo topónimo Rioseco puedehablarnos de la idineidad del río que por alli pasa para su vado, sensiblemente más dificil en Pesquera".
La Calzada, en este tramo, discurre en dirección Norte hacia Mediaconcha. Formada por piedras irregulares de diversos tamaños, la calzada tiene una anchura entre los 3 y los 4,10 mts. Se trataba, como hemos aclarado antes, de una vía básica de comunicación entre la Costa y la Meseta.
En cuanto al aprovechamiento medieval de la Vía, debemos destacar que en época Medieval se utilizaron las calzadas romanas de un modo generalizado. Según Lorena Fernández González(Los Caminos Medievales en Cantabria, Actas del II encuentro de Historia de Cantabria Volumen I, 2002): "A pesar de que el aprovechamiento de los caminos de época romana es prácticamente total en la Edad Media, la idea de globalidad bajo la que estaban concebidos los caminos romanos se pierde en el Medievo. La idea de camino pasa entonces a ser la de una línea que une dos localidades más o menos próximas, y la ruta en general será la suma de muchos caminos entre distintas localidades. En estos caminos los trayectos atraviesan pequeñas localidades y se acercan a centros religiosos de diversa categoría que ofrecen apoyo y refugio físico y espiritual, a viajeros, comerciantes y caminantes en general".
De este modo, y como comentábamos al principio, el aprovechamiento de la calzada en época medieval pudo dar lugar a la localización de algunos puntos e Iglesias de interés a lo largo del Valle, creándose vías de comunicación, o caminos nuevos entre ellas, aunque no queden restos arqueológicos de los mismos en parte debido a su precaria forma de construcción; en palabras de nuevo de Lorena Fernández González : "La mayoría de los caminos trazados en época medieval carecen de planificación y de firme, es decir, no son más que tierra allanada, bien de forma intencionada, bien debido al continuo paso de carros, personas y animales, que destruyen la vegetación que antes crecía a lo largo de ese espacio. Cuando sí existe firme, éste no suele ser profundo, limitándose a una fina capa de piedras sobre el suelo, y sobre ésta las losas, que delineaban el trazado del camino. En general el estado de los caminos debía ser bastante precario".
A pesar de ello, y en la zona que nos ocupa, debió sin duda de aparecer en época medieval una nueva red de caminos para comunicar los nuevos lugares de población, en torno a la calzada romana, que facilitasen el tránsito entre comarcas. Como comentábamos al principio, la importancia de algunos núcleos monacales, caso de San Pedro de Cervatos, como centros vertebradores de amplios territorios, nos hace pensar que existiría, en torno a la calzada, una red secundaria de caminos de época medieval que aunque más rudimentarios en su factura, uniesen aldeas e y núcleos poblacionales de mayor o menor importancia, en torno a monasterios e Iglesias. Según podemos leer en el fantástico estudio de Alberto Ansola Fernández (Las venas del territorio cántabro. Estudio de la red caminera en la geografía histórica del Paisaje, Investigaciones Geográficas. Núm. 40, 2006): "Pero también se construyeron nuevos caminos y trazados para comunicar aldeas de reciente creación, o simplemente para acceder a espacios de novedosa puesta en producción (...)".
Si bien el tema que tratamos en este post es apasionante, bien es cierto que las fuentes son escasas para la época medieval. Entre los estudios más importantes encontramos el de Elisa Álvarez Llopis y Emma Blanco Campos (Las vías de comunicación en Cantabria en la Edad Media, I Encuentro de Historia de Cantabria : actas del encuentro celebrado en Santander los días 16 a 19 de diciembre de 1996). Al referirse a la Calzada del Valle del Besaya destacan: " A diferencia de la calzada romana que unía Pisorica con Portus Blendium, trazada por una curva de nivel superior, la medieval parece transcurrir más próxima al río, aunque ambas coincidan en algunos tramos. En este itinerario apuntamos la existencia de un descamino o camino alternativo que desde el Valle de Iguña se dirigía al de Toranzo por Anievas, para evitar el control del Condado de Buelna". De este modo podemos inferir que la utilización de la calzada durante los siglos románicos fue generalizada, aunque la aparición de nuevas aldeas y centros religiosos acaecida entre los siglos XI y XIII generó la aparición de nuevos caminos que facilitasen la comunicación y el trasiego de gentes y mercancías por el valle.
En palabras de Miguel Ángel García Guinea, y para destacar la importancia de la calzada romana en el desarrollo del románico de la zona: " Durante toda la alta Edad Media este camino por la cuenca del Besaya debió de seguir en utilización no interrumpida, por lo que hay que considerarle, a la hora del estudio del románico regional, como uno de los principales focos de Iglesias Románicas levantadas a lo largo del curso de aquel río".
Más Información:
- Miguel Ángel García Guinea, Románico en Cantabria, Ediciones de Librería Estudio, 1996.
- Vicente Herbosa, El románico en Cantabria, Ediciones Lancia, 2002.
- http://www.romanicodigital.com
- Elisa Álvarez Llopis y Emma Blanco Campos, Las vías de comunicación en Cantabria en la Edad Media, I Encuentro de Historia de Cantabria : actas del encuentro celebrado en Santander los días 16 a 19 de diciembre de 1996.
- Alberto Ansola Fernández, Las venas del territorio cántabro. Estudio de la red caminera en la geografía histórica del Paisaje, Investigaciones Geográficas. Núm. 40, 2006
- Lorena Fernández González, Los Caminos Medievales en Cantabria, Actas del II encuentro de Historia de Cantabria Volumen I, 2002.
- José Manuel Iglesias Gil y Juan Antonio Muñíz Castro , Aportaciones al Análisis Topográfico y Tipológico de la Vía Iulobriga-Portus Blendium, Simposio sobre la Red Viaria en la Hispania Romana, Institución Fernando el Católico, 1987.
- Isaac Moreno, Vías Romanas, Ingenieria y Técnica constructiva, Ministerio de Fomento, 2004
Fotografías y Textos ©Óscar M. Ruiz
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