"Así, los seres humanos ignorantes e incautos se ven engañados por las hermosas voces, cuando los encantan las faltas de delicadeza, los rasgos de ostentación, o los placeres, o cuando se vuelven licenciosos… Pierden todo su vigor mental, como si estuviesen sumidos en un profundo sueño, y, de pronto, el ataque arrebatador del enemigo cae sobre ellos"
(Bestiario de Cambridge, 134-135)
La figura mitológica de la nereida, cuya simbología ha sido atribuida actualmente al nombre de sirena, mitad pez mitad mujer, es uno de los temas heredados de época clásica más representados en el medievo. Según nos argumenta Laura Rodríguez Peinado (Las Sirenas, Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. I, nº 1, 2009, pp. 51-63.): "Las fuentes literarias del mundo griego presentan a las sirenas como seres marinos cuya genealogía no está muy clara. Unas veces pasan por ser hijas de la musa Melpómene y del dios-río Aqueloo, otras atribuyen su maternidad a Estérope y en otros casos se suponen nacidas de la sangre de Aqueloo cuando fue herido por Heracles". El principal atractivo de las sirenas, en cuanto al mito se refiere, nos habla de un canto de amor que enloquecía a aquellos que lo escuchaban.En la Edad Media se asoció dicho canto, y por ende la figura de la sirena, a la lujuria, la tentación y los peligros que encarna la sexualidad.
Las formas de representación varían, aunque principalmente conocemos la clásica, con mitad del cuerpo de mujer con el pelo largo y cola de pez, y una variación híbrida con cabeza de mujer y cuerpo de ave en el caso de las sirenas-pájaro, a menudo confundidas con las arpías. Según Laura Rodríguez Peinado: "Estas sirenas pisciformes se caracterizan por su larga cabellera y torso desnudo donde, en algún caso, pueden asomar alas cuando se mezclan plásticamente los conceptos de sirena-pájaro y sirena-pez".En el caso de las representaciones románicas, quizás como respuesta a la necesidad de adaptación de la imagen al marco arquitectónico se las suele representar con una cola bífida que sujetan con ambas manos, lo que, según la misma autora "pudo tener su origen en los tritones de cola doble que aparecieron en los repertorios ornamentales desde los últimos siglos de la era antigua". En cuanto a soportes y técnicas por su carácter moralizante fueron frecuentes en las miniaturas de los códices, en escultura formando la decoración de capiteles, ménsulas y otros elementos arquitectónicos, así como en la decoración de las sillerías de coro, en pintura, vidrieras, marfiles, cerámica y todo tipo de artes suntuarias.
En el caso cántabro no encontramos este tipo de representaciones bien conservadas en capiteles, a excepción del que reproducimos en segundo lugar, situado en la Iglesia de San Martín de Sobrepenilla, aunque sin duda debió de darse en alguna otra, dada la extensión de este tipo iconográfico durante la Edad Media. Si hay referencias en algún canecillo, caso de los que reproducimos de Santa María de Piasca cuyos originales están en el Museo Diocesano Regina Coeli de Santillana del Mar.
Más Información
- Miguel Ángel García Guinea, Románico en Cantabria, Ediciones de Librería Estudio, 1996.
- Laura Rodríguez Peinado. Las Sirenas, Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. I, nº 1, 2009, pp. 51-63. UCM.
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