Uno de los muchos atractivos que podemos encontrar en San Martín de Valdelomar, además de su preciosa Iglesia Románica con advocación a San Agustín, son las cuevas artificiales de Peña Horacada y Peña Castrejón. En el post de hoy nos referiremos a la primera de ellas.
Bien es sabido que Valderredible es uno de los puntos de mayor concentración de cuevas artificiales y eremitorios excavados en roca. La propia composición pétrea de esos abrigos rocosos nos permite entender la gran acumulación de este tipo de construcciones en el extremo meridional de Cantabria. En palabras de D. Ramón Bohígas Roldán: " ...de dos tipos de litologías bien definidas, con una característica común: la escasa cohesión de ambos tipos de rocas, materiales pétreos de carácter blando, que permiten su fácil excavación manual disponiendo únicamente de herramientas simples, como picos, palas y equipamiento similar".
Oculta entre los árboles y dentro de la ruta de los eremitorios rupestres del valle encontramos Peña Horacada. Dada su cercanía con Santa María de Valverde y al no existir ningún indicio de constituir un lugar de culto, podría tratarse de un abrigo defensivo que hiciese las veces de vivienda, aunque no hay unanimidad al respecto.
La cueva se sitúa a la salida del pueblo. Consta de una sola nave de unos 20 mts. de longitud y una anchura de 4 m. En fondo de la construcción, en forma ovalada podría recordarnos la forma de un ábside, aunque sería difícil asegurarlo. Lo más interesante de esta construcción lo encontramos en la pared izquierda, comenzando por los grabados incisos que encontramos en su centro. Se trata de una sucesión de cruces antropomorfas enlazadas entre si, motivos de enrejado menos perceptibles que los anteriores y una inscripción epigráfica de muy dudosa datación. Algunos autores han querido interpretarla como Tanto quot, o Sanctequot, o Como quot, o Sanctiquot. En cualquier caso, a nuestro parecer, y disintiendo de las tesis elaboradas por Kaplan al respecto de su estudio de los eremitorios rupestres de Valderredible, seguimos pensando que Peña Horacada constituía más un abrigo de defensa y vivienda que un eremitorio o lugar de culto. La misma pared izquierda que alberga los grabados incisos se adorna con hornacina o nicho tallado en roca, a unos 0'80 m. sobre el suelo.
Es muy destacable la existencia de huecos labrados en algunas zonas del suelo que podrían interpretarse como posibles bases para un entarimado de madera. Del mismo modo encontramos la misma tipología de huevos excavados en los parapetos verticales de las paredes de entrada a la cueva que nos hacen pensar en algún tipo de cerramiento de madera. El acceso es además muy angosto, aprovechando una grieta natural entre las rocas que se doto de peldaños labrados. La entrada se abre al exterior por tres grandes huecos, como decíamos antes, seguramente dotados de algún tipo de corrimiento de madera, y su posición elevada dominando el paraje desde el que se accede, nos hace pensar en un abrigo defensivo más que en un lugar de culto.
En definitiva, es un lugar interesante que a menudo no se visita al hacer la ruta de las ermitas rupestres del valle pero que bien vale la pena para entender que este tipo de cuevas artificiales tendría en su época más de un uso al margen del consabido lugar de culto al que a menudo se alude como único.
Más Información:
- Miguel Ángel García Guinea, Románico en Cantabria, Ediciones de Librería Estudio, 1996.
- Vicente Herbosa, El románico en Cantabria, Ediciones Lancia, 2002.
- Ramón Bohígas Roldán, Las Iglesias Ruprestres de Valderrible, Cuadernos de Campoo, Nº 7, Marzo 1997.
- Gonzalo Alcalde Crespo, Iglesias Rupestres, Olleros de Pisuerga y otras de su entorno. Editorial Edilesa, 2007.
- Benito Madariaga, Notas acerca del origen de las iglesias rupestres, Revista Altamira (Año 1968-1971, Nº 1 Páginas 153-174).
- CARRION IRUN, M. y GARCIA GUINEA, M.A., 1968, "Las iglesias rupestres de Repoblación de la región cantábrica", Congresso Luso-Espanhol de Estudos Medievais, Porto, p. 312-315. CARRION IRUN, M., 1973, "El Prerrománico en Santander", La Edad Media en Cantabria, Santander, pp. 39-57.
- GONZALEZ ECHEGARAY, J., CARRION IRUN, M. y PEREZ DE REGULES, A., 1961, "Las iglesias rupestres de Arroyuelos y Las Presillas de Bricia", Altamira, 1-2-3, pp. 1-25.
- MONREAL JIMENO, L.A., 1989, Eremitorios rupestres altomedievales del Valle del Ebro, Universidad de Deusto, Bilbao, pp. 424.
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