En esta localidad cántabra, perteneciente al municipio de Valdeprado del Río, encontramos dos interesantes ejemplos de arquitectura románica, conjunto parroquial que constituye uno de los mas importantes de la zona de Valdeolea y Valdeprado, al sur del Campoo, y que está constituido por la Ermita de la Virgende Dondevilla y la Iglesia de San Juan Bautista.
La Ermita de la Virgen de Dondevilla se situa ligeramente apartada del casco urbano. La nave y la sacristía son del siglo XVII, presentando muros herméticos y portada simple adintelada. La cabecera es rectangular, de fábrica en la línea que veremos en la iglesia de San Juan Bautista aunque con elementos románicos más acusados en los canecillos historiados de los laterales, la aspillera sogueada de la ventana del miro este y las dobles columnas del arco triunfal apuntado que generan una bóveda de cañón de misma tendencia. Los capiteles del arco central presentan una interesante iconografía de pájaros y animales enfrentados. También son muy interesantes los canecillos del ábside, en los que se repite la iconografía de los capiteles del arco central mezcladas con representaciones humanas, alguna de ellas de marcado simbolismo erótico, al estilo de otros canecillos como los de la Colegiata de Cervatos.
La iglesia de San Juan Bautista fue construida a finales del siglo XII. Tiene una extraña planta en “L” en la que destaca el volumen cúbico del testero que se cubre con bóveda de cañón apuntado más allá del arco triunfal, con capitel derecho historiado con el tema de Daniel en el foso de los leones. La portada es muy sencilla, de arquivoltas de medio punto sobre dos parejas de columnas con tímpano hacia el interior donde se aprecia decoración vegetal de rosetas, hojas y tallos entrelazados. En el interior, aparte de un pequeño retablo barroco con talla popular del patrón, se guardan dos tallas góticas procedentes de las ermitas de Santiago y de Dondevilla. La primera es un Santiago Peregrino de tosca ejecución, posiblemente de finales del XV o de principios del XVI. La segunda es mucho más valiosa. Representa a la Virgen sedente y posee la expresividad idealizada de su rostro. La espadaña exenta es de la misma época. Consta de tres vanos en dos niveles, y escalera de acceso a las troneras con el mismo tipo de arcos.
Más Información:
- Vicente Herbosa, El románico en Cantabria, Ediciones Lancia, 2002.
- Miguel Ángel García Guinea, Románico en Cantabria, Ediciones de Librería Estudio, 1996.
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