Declarada Bien de Interés Cultural en 1978, una de nuestras Iglesias favoritas del románico cántabro, es sin duda la de Santa María de Bareyo. Envuelta en una magia especial por su delicado catálogo escultórico, es de las típicas Iglesias que admiran cuando las ves exteriormente y abruman cuando accedes al interior. Situada entre las poblaciones de Bareyo y Ajo, son pocas las noticias que encontramos sobre su origen. La primera noticia aparece mencionada en el Cartulario de Santa María del Puerto en 1195, en un documento de venta de tierras. Los estudiosos del románico peninsular, caso de García Guinea, la sitúan en los años finales del siglo XII o principios del siglo XIII, aunque a lo largo de los siglos ha sufrido muchas remodelaciones. A este respecto recomendamos el maravilloso estudio de planta de Helena Chuin-Wen Crespo Lee "La Iglesia de Santa María de Bareyo. Documentación Gráfica sobre su evolución", del que dejamos enlace en la bibliografía y os recomendamos encarecidamente su lectura.
Bien es cierto que debió edificarse sobre un anterior edificación, basándonos en dos inscripciones que aparecen, una en el arco triunfal de la Iglesia, que data en 1071, y otra en un sarcófago situado a la entrada, el llamado sarcófago de Munio del que hablamos en un post anterior, que data en 1084. Independientemente de tales orígenes, ya en el Becerrro de Behetrías de 1352 figura como "Voreyo" lugar de Behetría de la Merindad de Castilla la Vieja. Funcionó como iglesia de un monacal hasta la desamortización de Mendizábal, momento en que pasó a ser iglesia parroquial.
De su fábrica románica original conservamos el ábside, el presbiterio, el crucero, o falso crucero para algunos autores ya que solo se hace visible en el interior del templo y la linterna. Exteriormente destaca su ábside, de forma semicircular en el que encontramos dos ventanales en el centro geminados en el eje, y otros dos a los lados, separados por columnas adosadas. El ábside se adorna en su cornisa con algunos canecillos figurados.
Accediendo al templo, a la izquierda, encontramos la magnífica pila bautismal de la Iglesia de la que ya hablamos en un post anterior. Una maravilla digna de admirar que junto con las de Santa María del Puerto en Santoña y la de la Colegiata de Santa Juliana en Santillana del Mar constituye el culmen de este tipo de arte mueble en Cantabria. Se trata de una pila bautismal cuadrilobulada, con profusa decoración y que aún guarda restos de policromía. Ya en el interior del templo, a mano derecha encontramos el llamado sarcófago de Munio, al que nos referíamos al respecto de las fechas anteriores al siglo XII en la construcción de la Iglesia y del que también hablamos en un post anterior.
Lo que más llama la atención de este impresionante templo es sin duda su magnífico catálogo escultórico, enmarcado en la corriente de artesanos del denominado taller de Mena-Villadiego, dadas las características propias y tremendamente reconocibles de este tipo de escultura románica, al que se atribuyen también las decoraciones de otras Iglesias como las de San Pantaleón de Losa, Fuente Urbel o Santa María de Siones.
Interiormente hay que destacar el transepto acabado en sus extremos en capillas semicirculares, lo que da una forma trilobulada a la cabecera y, sobre el crucero, una cúpula cubierta exteriormente por una maciza torre de sección cuadrada, aunque es en el ábside donde reside en nuestra opinión lo más interesante de este templo.
Consta de dos niveles de arquerías de medio punto sobre columnas con capiteles, que continúa por el tramo recto del presbiterio. El nivel inferior consta de cinco arcos ciegos y el superior de siete. Los capiteles del ábside representan cabezas humanas de gesto hierático, elementos vegetales y uno de ellos a Adán y Eva.
Destaca sobremanera, en parte por su policromía y por lo enigmático, aún no he leído qué puede representar, el personaje masculino adosado al fuste de uan de las columnillas de la arquería superior.
Los capiteles de la arquería inferior del ábside representan doce cabezas, lo que ha llevado a algunos autores a pensar que se trataría del apostolado. La figura representada en el capitel central, con tocado eclesiástico y sin barba, podría bien representar a Cristo o, en opinión de otros autores, a algún Obispo benefactor de la Iglesia.
Destacamos también, en el lado del presbiterio que da acceso a la sacristía, la representación del episodio de la visita de las tres Marías al sepulcro, . representado de manera absolutamente esquemática, lo que de nuevo vuelve a incidir en lo enigmático del catálogo escultórico del templo.
En lo referente a la escultura de las capillas laterales destaca sobremanera una escena del sacrificio de Isaac, un capitel magnífico con un personaje masculino sujetando dos bueyes, algunos rostros humanos y magníficas representaciones de arpías y criaturas míticas. Por su parte, los capiteles del arco triunfal se adornan con representaciones míticas, una de una lucha entre dragones y el otro de un caballero luchando contra una serpiente que ataca su montura.
En definitiva se trata de una Iglesia para disfrutar sobremanera de un románico algo distinto al que estamos acostumbrados a ver en tierras cántabras. Quizás emparentado en lo referente a su escultura con otras Iglesias de la zona como la de San Román de Escalante, os aseguramos que no dejará a nadie indiferente y que sin duda os sorprenderá.
Más Información:
- Luis María de Lojencio y Abundio Rodríguez, Castilla /1, Burgos, Logroño, Palencia y Santander, vol. 1 de España Románica, Ediciones Encuentro, 1978.
- Jaime Cobreros, El Románico en España, Guías Periplo, 1993.
- Miguel Ángel García Guinea, Románico en Cantabria, Ediciones de Librería Estudio, 1996.
- Vicente Herbosa, El románico en Cantabria, Ediciones Lancia, 2002 .
- Helena Chuin-Wen Crespo, La Iglesia de Santa María de Bareyo. Documentación Gráfica sobre su evolución, Trabajo de Fin de Grado coordinado por Antonio Humero,, Universidad Politécnica de Madrid, Escuela Superior de Arquitectura
- Enciclopedia Digital del Románico, Cantabria. www.romanicodigital.com
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